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LOADING…2024

Cuando se vive rodeado de naturaleza y en contacto con ella, es inevitable que sus fuerzas te afecten.
Con la llegada del otoño, haciendo caso de aquella expresión de “ya se empiezan a notar los días”, el organismo va frenando el ritmo y poco a poco se va cambiando al “modo hibernación”; empujado por el bufido del “airón” sobre las chapas mal atornilladas del tendejón de las herramientas, las humeantes chimeneas y las lenguas de niebla bajando por la ladera de Perriellos, inundando el valle y calando el frío hasta los huesos.

Por momentos sufres cuando las babosas se van comiendo por orden de lista alguna fila de lechugas, perfectamente salteadas en tonos marrón y verde, también las prisas en el barro causan algún resbalón y nos hacen soltar una carcajada de rabia y desazón. Al final te ayudan a darte cuenta lo estúpido que es enfadarse con la meteorología que como decía mi tío Tano “Eso del tiempo está bien gobernao”

Como venía diciendo, el enfado dura lo que dura uno mismo en darse cuenta de que vivir así implica tener en la entrada de casa una mancha permanente, unas alfombrillas del coche que jamás volverán a ser lo que eran y unos calcetines que algún día fueron blancos.

Pero no todo es malo, ni mucho menos…
El paisaje va cambiando, bajan las horas de luz proporcionalmente a lo que lo hace el dolor de espalda, ya no hay tanto que plantar, la hierba no crece y las plagas piensan más en encontrar hotel que en molestar a los cultivos.

Hay menos tiempo de huerta y más de ordenador, de analizar esos datos que (otra vez) no conseguiste apuntar como te hubiera gustado.

Este 2024 para bien o para mal, será el resultado de muchos cambios.
Algunos superficiales, pero la mayoría profundos.
Traducidos en una apuesta firme por profesionalizarnos, por desarrollar una agricultura proactiva, inteligente y de futuro; que nos permita dignificar nuestro trabajo y vivir como siempre hemos querido, del campo y en el campo.

Por eso estos tiempos de diapausa, son tan importantes para coger el impulso necesario.
Necesitamos parar, recolocar todo y avanzar, para arrancar una temporada más y seguir llenando las mesas de las casas de productos, frescura y salud. Una tarea de la que nos sentimos plenamente orgullosos.